Por Luis Beltran Nebot Si hacen sufrir es porque sufren. El eucalipto se contonea al son del viento. Solo. En la altura. Lejos de los árboles autóctonos del bosque, o del sotobosque, que sufren por la inadaptación de este. Sus extensas raíces no dejan agua para los demás árboles mientras él lucha por sobrevivir en una tierra que no le está preparada; una tierra en la que se siente como un marciano, de la que no puede escapar porque está anclado a ella. Amador sale de la cárcel. El asiento del autobús le tapa la cara. No quiere volver. Había sido condenado por provocar un incendio. Nadie le espera. En los montes gallegos, la puerta de la finca, hecha con un viejo somier, esconde la casa donde se encuentra su madre, con su pequeña huerta, con las vacas y con Luna, la perra. Un lugar plagado de grandes imágenes, un lugar de pastos en el que se respira tranquilidad, de la que no puede huir. Amador sale de la cárcel. Trata de reconstruir su vida. Solo. Trabaja en casa de su madre, en la h