Ir al contenido principal

Tenet como concepto

Por Luis Beltran Nebot 


Tenet es un principio y un fin constante, es el movimiento circular en el que el sujeto debe responsabilizarse de sus capacidades e incapacidades con respecto al tiempo y la extinción. Tenet es la colisión entre dos mundos idénticos, pero contrarios, en el que la inversión recíproca de los mundos camina de la mano hacia un final compartido. Tenet es el camino de la existencia, una proyección del haber sido al será en el que el tiempo medido con respecto al espacio no deforma a la creación del individuo a través de las vivencias como punto de partida y la muerte como destino. Tenet es un cómputo de rigidez, contradicciones, diálogos burdos, acción trepidante, música machacona y momentos irrelevantes, con el que Nolan consigue arrancar un punto de verdad a la construcción de la vida. 


 Ver las imágenes de origen


No es de extrañar que el director inglés juegue con conceptos relativos al tiempo, ya que desde Memento constituye uno de sus rasgos autorales. Pero, lamentablemente, siempre había sido usado como herramienta para dotar de una complejidad vacua a sus obras, lejanas estas de necesitarlas para la narración de su propia historia, recayendo así en montajes desastrosos pero frenéticos, en los que el espectador podía acomodarse y disfrutar de unos buenos macuecos. Un recurso que busca ensombrecer un fondo dramático ni tan bien ejecutado, ni tan dramático. 


Pero Tenet es diferente, Tenet es el concepto de tiempo en sí, nada más importa; los personajes son irrelevantes más allá de su transcurso temporal, el fondo es anecdótico y la misma llegada hasta el punto inicial de la obra es abiertamente incoherente. Pero Tenet es lo que es, y, por tanto, no podemos dejar de admirar como Nolan, abrazado de todos sus constantes fallos, consiga crear un puente del blockbuster a la complejidad temporal, bañado en una deliciosa acción descabellada, por medio de una historia de espías de corte clásico. Tenet es el transgredir a partir de los fallos, y Nolan, consigue con Tenet pulir su falta de talento y conocimiento del medio, para convertirla en algo totalmente grandioso y talentoso. Aquí no hay drama, ni fondo, y al final de la película piensas, para qué Nolan busca el drama y el fondo, si lo mejor de sus obras son sus montajes enrevesados y no narrativos y la acción desenfrenada. 


De este modo, es el concepto principal establecido en el montaje el cual se efectúa como punto de partida de reflexión. Aunque la incongruencia en el guion se asienta en dónde el bolígrafo fue apoyado para empezar a trazar el dibujo del infinito, este se nos muestra ya creado, en forma de concepción circular, asentado sobre Neil (Robert Pattinson). Tenet trata la mitad del circulo permanente creado por medio del viaje al pasado de Neil para salvar a El Protagonista (John David Washington) y restablecer la red de espías que salvará el mundo de la amenaza del futuro. Por lo tanto, la película recoge estos últimos años de vida de Neil junto a El Protagonista y sus aventuras, como dos desconocidos, la cual terminará en el principio de la relación entre ellos dos, que se producirá con el mayor acercamiento entre El Protagonista y Kat (Elizabeth Debicki). Así, Tenet es la relación de amistad reconstruida de la nada entre un padrastro y su ahijado, siendo el alumno el que se convertirá en el maestro de su maestro. Una concepción circular y retroactiva de dos personajes a los que Nolan no les dedica ni un ápice de drama, pero que impresiona por lo complejo de la idea y su capacidad de remarcar el conflicto temporal. 

 

Seguramente, una de las cosas que más impresiona de este conflicto temporal es la idea de los tornos y la inversión, el camino de dos mundos paralelos que se funden en uno solo, uno apoyado encima del otro, para explotar en el gran final –repleto de una acción caótica en la que no se delimita el escenario, y para mí, es una de las ejecuciones fallidas de la película-, en el que da la sensación de que las cosas se pueden hacer y deshacer, pero realmente comprendemos que el solapamiento expone lo establecido y lo próximo a ser establecido. Así, El Protagonista no podrá salvar el algoritmo, porque ya había sido un medio para su pérdida, o no podrá salvar a Neil, porque la temporalidad ya le ha sido presentada. Por tanto, la obra es un camino lineal en el que conviven dos caminos, el que va hacia delante y el que va hacia detrás, pero terminan funcionando como un conjunto en paralelo que se solapa y crea una realidad invertida y no invertida a la vez, complementaria a la lógica paradójica -si existe el fluir hacia delante, coexistirá con el fluir hacia detrás- y que radica en un camino bilineal. 


Pero... ¿Para qué nos sirve esta complejidad y enrevesamiento de la trama? ¿Qué es realmente lo que nos cuenta Tenet con esta estructura y con la decisión de que sea el concepto único, que no esconda ningún fondo? ¿Es un canalizador de la acción? ¿Busca solo crear imágenes plagadas de peña invertida peleando conta otra no invertida? Pues posiblemente sí, pero de hasta la ida de madre más grande podemos tomar un acercamiento a la realidad, y en Tenet se esconde una de las bases esenciales de la existencia del ser humano totalmente abierta a nuestros ojos por los jueguecitos temporales del autor inglés.   


 


De este modo, Tenet presenta el paso de una vida por la inversión y los viajes espaciales como conducto de la violencia. Una vida que, pese a zigzaguear temporalmente, anda de la mano de la linealidad, de la colisión entre dos mundos que se alimentan del antes y el después para seguir recto. Tenet deja entrever que el ser humano se construye en su pasado y no en el pasado espaciotemporal, y que siempre fluctúa de forma recta hacia el final, que es el morir. Adquirimos así una concepción del espacio tiempo difusa por el hecho de que el observador se comprende como sujeto, aunque Nolan intente contradecirse a grandes partes a través de un montaje cerrado que no deja fluir y distorsionar el tiempo más allá del movimiento y su inversión. Aun así, Tenet consigue dejar atrás todas las pretensiones vacuas de emocionalidad y se expande como un monstruo enorme, cojo, pero enorme.


Comentarios

Entradas populares de este blog

El nombre de la rosa: Bernardo Gui y el prejuicio del inquisidor

Por Paula García Castro Situada en una abadía benedictina al norte de Italia en 1327, El nombre de la Rosa nos adentra en una historia de misterio contada desde la perspectiva de Adso de Melk, joven discípulo del monje franciscano Guillermo de Baskerville. Ambos personajes llegan para investigar la sospechosa muerte de uno de los hermanos, la primera víctima de una serie de asesinatos. Sería erróneo abordar la película o el libro homónimo desde la visión de “época oscura” que transmiten ambas obras, no solo por su trama de asesinatos, sino por la tenebrosa atmósfera que envuelve a la abadía y a los personajes más importantes de la comunidad monástica. Así pues, deben obviarse estos prejuicios, transmitidos tanto aquí como en la mayoría de películas y libros ambientados en la Edad Media. No obstante, es de agradecer lo bien que está mostrada en El nombre de la rosa la organización de esta sociedad cenobítica, la estricta disciplina que debían realizar los monjes de oración, trabajo y

Día 9: El barco atraca en buen puerto.

Crónica escrita por Jon Sánchez Molina. Último día de festival. Estoy un poco nostálgico y aún no he empezado a ver las pelis de hoy. Ha sido muy bonito experimentar esto, tantas emociones, sentimientos... Ha sido muy bonito. Y por supuesto, tengo que destacar la inestimable compañía de Adrián López, que ha sido el amigo de batalla de este festival. Marlowe es la última película de Neil Jordan, que adapta un relato negro sobre el famoso detective Phillip Marlowe, protagonizado por Liam Neeson pero que ha pasado por el filtro Humprey Bogart y Eliott Gould, entre otros. Comienza muy flojo este último día, peli de clausura la que veo y que aún amando el cine negro no consigo ni entretenerme. Neil Jordan no consigue hacer interesante la trama, la verbaliza hasta el extremo y solo pasea a sus personajes por las calles americanas, que casualmente están rodadas en Barcelona. Hay algo que me saca mucho, es esa fotografía digital y anacrónica, feísima, intentando jugar con las luces y sintiéndo

71SSIFF: Poco que vale por mucho

No sé muy bien como empezar, si hablar de las películas vistas, de las sensaciones que me han dejado, de las que me han gustado... Nunca sé si importa realmente hablar de un día de cine completo, un día de cine que se asemeja al recorrido entre fiesta y fiesta de Mastroianni en "La Dolce Vita". Creo que lo correcto es hablar de todo, pero me parece inabarcable y seguramente no saldrá bien. Voy a intentar decir algo de las que me parecen las mejores de un recorrido entre la felicidad y la frustración, haciendo una requiem de esas que me generan frustración – o directamente no me gustan – a través de las que realmente sí he disfrutado y sacado algo valioso. Como es habitual en un festival, las horas en las que ves películas se multiplican por dos, o por tres a las que te tiras durmiendo. Eso hace que llenes tu cuerpo de cafeína – un café muy mejorable este año por parte del SSIFF – y que aun así, ciertas películas te sometan fuertemente a la ensoñación. Este toma y daca algunas