Por Joaquim Albert Carreguí Tel
Her abre con una melodía melancólica y robótica, en paralelo se suceden los logos de las distintas productoras y demás empresas detrás de la cinta. Para acabar, en un fondo negro y, finalmente y con tipografia insegura, el título, Her, Ella, Suya. Solo después de dejarnos claro que esto es una ficción producida por varias empresas, vemos a Phoenix haciendo su trabajo, esto es, escribiendo una conmovedora carta, una ficción, con apertura ya significante “A mi Cris”, una Cris que ni es suya ni le suscita más sentimiento del necesario para trabajar. Una Cris que es tan poco de Theodore como lo demuestra ser Samantha.
Spike Jonze ya había trabajado en The Adaptation. y Being John Malkovich con la mezcla entre realidad y ficción (si nos
ponemos estrictos también en Jackass),
en los sentimientos del autor y de la obra, y en cómo se entremezclan para ser,
como creador y persona, lo más sincero posible a la vez que falso. Nota
importante, estos dos trabajos están íntimamente ligados a Charlie Kaufman,
quien hace guionista, pero este además dirigirá Syndenoch New York con temas
muy similares, siendo esta vez Jonze el productor de la misma. Porque toda
ficción, igual que todo arte, es a la vez falso y verdadero. Desde los primeros
compases remarca esto, nos está contando una mentira con verdad, una invención
no inventada. Mezclando los símbolos de las empresas con la película ha dejado
al descubierto el velo de falsa realidad que cubre la ficción. En otras
palabras, como si Theodore interpretado por Phoenix, empezase sus cartas por
encargo con el logo de su empresa.
Vale, nadie piensa que una película con tintes
de ciencia ficción sea no ficcional, pero esto que hace Jonze sirve como un
ejercicio de sinceridad simbólica importante para cuando después lo comparamos
con aquello que hace su protagonista. Porque, como le pasa a Pilar Castro en
“Las ventajas de viajar en tren”, algunos confunden al escritor con narrador, narrador
con protagonista, y su vida con la historia que está viendo. Pero Jonze no
quiere hacer como Theodore que se hace pasar por otros, Jonze quiere ser
sincero, porque el principal problema de Theodore es que no puede serlo.
Su trabajo no es que le invite mucho a serlo,
dictando a un ordenador para la empresa “Bellas
cartas escritas a mano” cartas sobre lo mucho que se quiere una adorable
pareja que lleva cincuenta años juntos. En el mundo de Theodore, como en el
nuestro, ser sincero y abierto acerca de los sentimientos de uno no es fácil.
Nos exigimos y nos exigen mucho, cualquier rasgo de debilidad e imperfección es
juzgado sin querer. Porque quién va a querer estar con alguien para que se le
sumen sus cargas diarias. Así que se ha creado toda una industria alrededor de
estas debilidades, para explotarlas y en el proceso acentuarlas más aún. Porque
si otro puede escribir por ti una carta a mano que mantenga esa llama encendida
un poco más, mejor. Y ser el único que no entra al juego no es una opción. La
sinceridad está claro que no es una prioridad, lo son los resultados.
Las citas de cybersexo son rápidas e impersonales, perfectas para poder sacar todo lo que en sociedad es impensable. Las IAs que acompañan en el día a día (hasta que llega Samantha) son humanoides pero no humanas, moduladas más como la voz que anuncia los trenes de renfe que como una persona. La cinta remarca tanto la artificialidad del mundo que hasta la paleta de colores lo es, usando tonos rojizos, los más pasionales en nuestra cultura, pero siempre apastelados, produciendo una sensación de artificialidad por el contraste entre los sentimientos de sus personajes y los colores de los lugares comunes. Como Theodore, que vive en una casa a oscuras con ropa de tonos más azulados, pero siempre viste de rosa y rojo en público.
Pocas veces la ciencia ficción inventa, más
bien sirve para exagerar ciertos aspectos de nuestra vida y hacerlos más
evidentes. Esta no es una excepción: apps de citas, exigencias sociales
constantes, Instagram, Twitter, Facebook, Linkedin. Las apariencias y el seguir
las normas es algo fundamental para tener un futuro sostenible (a no ser que
seas rico de herencia), y la originalidad debe estar siempre dentro de los
límites de lo aceptable. Hay formas de ser en uno mismo que solo se pueden
enseñar en privado y a un limitado grupo, a poder ser, a una sola persona,
manías secretas que solo puede ver una pareja o un familiar, a pesar de que
probablemente sea tan común como cualquier otra.. Normal que las relaciones
sean tan difíciles cuando hay tantas normas y, a la vez, tenemos que cargar
junto a ellas todas las “extravagancias” que ocultamos al resto del mundo.
La cinta transmite pues a un Theodore que no
puede expresarse como realmente es, ni el ni sus congéneres por las presiones
que antes hemos descrito. Esto es, en parte, lo que el sociólogo polaco Zygmunt
Bauman llama el Panóptico invertido (2019), aunque este tiene orígenes bastante
más antiguos. Un panóptico propiamente dicho es un modelo carcelario creado por
el filósofo utilitarista Jeremy Bentham, en el cual hay una cabina de
vigilancia con cristales pintados en el centro, y alrededor en círculo o
semicírculo, las celdas. Desde la garita son visibles todas las celdas y lo que
en ellas ocurre, pero los presos solo ven los cristales pintados, por lo que la
sensación de vigilancia constante, aun sin saber si verdaderamente sucede, hace
que el preso se sienta siempre inseguro y los vigilantes optimicen al máximo
sus esfuerzos. Este modelo ya quedó obsoleto en las cárceles, pero el filósofo
y psicólogo frances Michael Focault (2018) traslada el modelo carcelario del
panóptico al modelo de vigilancia y ordenación social, pero estas problemáticas
no quedan tan plasmadas en la obra que nos ocupa así que no profundizaremos en
ellas.
El modelo que si queda representado claramente
es el del panóptico invertido. Para este Bauman hace de nuevo una traslación
del concepto del panóptico tradicional concibiendo el invertido, este sugiere
que el estado ya no necesita ejercer de guardián del orden social, sino que es
la misma sociedad la que ejerce el papel de vigilante y castigador. De una
forma parecida a lo que haría el policía interior de Freud, pero a diferencia
del concepto del creador de psicoanálisis, en el panóptico invertido el
individuo vigilante y vigilado no está tan condicionado por su subconsciente
sino por ordenadores sociales como por ejemplo la publicidad. Publicidad,
modas, ofertas, gurús, coaches, libros de autoayuda, noticias interesadas, en
fin, todo lo que nos dice cómo deberíamos de ser y qué es lo correcto, lo sano,
lo funcional. El individuo pasa de estar en la periferia a estar en el centro
del panóptico, a sentirse vigilado por todos sus congéneres a seguir el ritmo
social o caer, a bajar de rango. Y así es como se llega a la situación de
Theodore, a la de los clientes de su empresa, a la de su compañera de trabajo.
Si no haces una dedicatoria especialmente bonita no estás a la altura, si no
tienes pareja tus amigos te lo recordarán constantemente, si no tienes un
amplio curriculum olvídate de salir de la soltería.
Podemos afirmar pues que existe la correlación
entre Her y la teoría del panóptico
invertido de Bauman (2019), no solo por el hecho de que la ciencia ficción
tiende a explotar las características de nuestro mundo. A parte de lo ya
argumentado anteriormente sobre la sinceridad y los colores, tenemos la
propaganda con la que anuncian las nuevas IAs de compañía, que se traducirá en
el caso de Theodore en Samantha. En ella podemos ver a un considerable número
de personas corriendo, zarandeándose, mirando a todos lados asustados e
inseguros, rodeados de gente pero sin verse, aislados sin poder darse el más
mínimo apoyo. Soledad entre la multitud, incomunicación por norma.
El citado Bauman considera que el mercado y la
ideología economicista que ahora encabeza el neoliberalismo no parará hasta que
haya mercantilizado todos los aspectos posibles del mundo, incluso nuestros
sentimientos más íntimos y privados, castigando y haciendo ostracismo a las
formas de vida no mercantilizadas. Bueno, pues aquí lo tenemos, el producto
definitivo para suplir las necesidades afectivas y comunicativas de forma
segura, a la vez que se seca provecho de la incapacidad social. La línea de
inteligencias artificiales de compañía que representa Samantha viene a
solucionar todos los problemas de una. Tampoco es la primera vez que vemos la
aparición de las IAs en la ciencia ficción (cinematográfica) para intentar
saltar esa muralla casi impenetrable que nos separa, después de todo Blade
Runner está aún muy presente en nuestra memoria tras la cinta de Villeneuve.
Pero sobre la dificultad de romper estos muros y su plasmación en el cine ya
hablamos en un artículo previo alrededor de la trilogía de la incomunicación de
Antonioni.
No es raro entonces que empaticemos fácilmente
con Theodore, ni que nos podamos sentir identificados en demasiados aspectos
con él. Bauman dice que las relaciones de amor siempre estarán en riesgo, en
guerra constante con el mundo, por su necesidad de serlo todo para los amantes
y la imposibilidad de ello (Bauman, 2018). Aún más allá está Oscar Wilde, quien
desde prisión escribía al amante por el que lo perdió casi todo que el amor era
la expresión máxima del ser humano, la mayor proeza posible de la que ninguno somos
verdaderamente merecedores, pero que a él debemos aspirar y agradecer
infinitamente (Wilde, 2017). Menos radical, pero tal vez tomando de este
inspiracion, Camus llegó a decir que el amor resulta la expresión pura del
absurdo y uno de los mayores logros a aspirar (Camus, 2018), autor y amor del
que ya hemos hablado en un artículo, fácilmente enlazable con este, dedicado a
Shame desde una lectura existencialista. Pero podemos remontarnos mucho más
atrás para encontrar las pistas de este amor loco e imposible, casi prohibido,
del que somos aspirantes a la par que víctimas. Más allá del romanticismo, del
amor cortés, de los amantes de Shakespeare y del amor boig, más allá del amor por dios y de dios, antes que todos
ellos, lo podemos encontrar pues en el origen de nuestra cultura. Hablamos de
Platón, quien empezó menospreciando y atacando a los poetas por mentirosos, al
arte por falso y a lo irracional por traicionero en el diálogo de Fedón. Pero
el mismo Platón rescata al poeta y al artista gracias al amor puro, aquel que
nos ha llegado como amor Platónico, el amor ideal. Un amor tan ideal que es un
amor loco, que supera todos los impedimentos propios del mundo de las sombras,
incondicional hasta lo imposible, una inspiración casi divina que nos acerca al
bien máximo y a lo más profundo del alma por los caminos secretos que la razón
no puede recorrer. Y por él salva al arte y a la poesía, por él salva a los
amantes, condena a los que solo quieren el cuerpo e inicia nuestra tradición
occidental del amor como un ideal casi imposible. Así sucede en el diálogo del
Banquete, así lo cuenta la filósofa española María Zambrano en su libro
Filosofía y Poesía (1993).
Y así nos llega a nosotros este amor, a Jonze
y a Theodore, a tantas personas y artistas como han habido. Un amor que
enfrenta lo falso con la más sincera de las locuras. También en El Banquete,
Platón dice que los estados intentan acabar con este amor puro, ya que los
amantes que lo poseen son capaces de afrontar cualquier cosa que les sea
injusta. Puede que por esto haya en la actualidad tanta obsesión por buscar el
amor fácil y rápido, a la vez que se hacen tantos esfuerzos por acabar con otro
tipo de relaciones, como ya hemos dicho antes. Y tal vez por esto sea que
empaticemos tanto con Theodore y sintamos que lo trata (y nos trata) de forma
más comprensiva que justa. Puede que su amor fuese imposible, que se viera
desde el principio que no saldría bien, pero en eso consiste el juego del amor,
a ello nos lanzamos cada vez que nos enamoramos, o que empezamos cualquier
relación. Samantha era tan poco de Theodore como lo era Cris, pero por lo menos
lo intentó e hizo lo que pudo porque saliera bien. Porque al final solo
queremos entendernos, no buscamos otra cosa con el amor que una comunicación
real, sinceridad, y resulta que esto que parece lo más sencillo del mundo es
justo lo contrario, una quimera que se nos escapa cuando pensábamos que la
teníamos atrapada, una quimera que Jonze persigue. Como dice Kaufman, lo
importante es ser verdadero hasta la médula, para con un poco de suerte, hacer
sentir a el que te perciba un poco menos solo en el mundo, porque si el arte es
a la vez falso y verdadero, el amor no lo es menos.
BIBLIOGRAFÍA:
Bauman, Zygmunt (2019): Modernidad Líquida, Ciudad
de México, Fondo de Cultura Económica.
Bauman, Zygmunt (2018): Amor Líquido, Barcelona,
Espasa Libros.
Camus, Albert (2018): El mito de Sísifo, Madrid, Alianza.
Foucault, Michel (2018): Vigilar y castigar. Nacimiento
de la prisión, Madrid, Siglo XXI Editores.
Platón (2018): Diálogos.
Banquete, Fedro, Fedón, Barcelona, Penguin Random House.
Wilde, Oscar (2017): De Profundis, Balada de la
cárcel de Reading, Madrid, Alianza.
Zambrano, María (1993): Filosofía y Poesía, Madrid, Universidad de Alcalá de Henares.
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