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Estoy pensando en dejarlo: Rememoración de una relación inacabada


 Por Juan Casas Marí y Alejandro Trincado Haro



Charlie Kaufman ha demostrado con creces su talento a la hora de aportar nuevas ideas al séptimo arte, ya sea en su trabajo como guionista (Olvídate de mi, Adaptation: el ladrón de orquídeas o Cómo ser John Malkovich) o como director, con películas como Synecdoche: New york (2008), Anomalisa (2015) o su última obra y de la que hablaremos a continuación: Estoy pensando en dejarlo (2020). 

Hay que añadir un poco de contexto sobre la carrera cinematográfica de Charlie Kaufman, y es que, cuando hizo Synecdoche: New York, contaba con total libertad creativa y volcó en esa película todos sus miedos y esperanzas por temor a no volver a tocar una cámara en su vida y quedarse a medias en sus ambiciones artísticas, es por esto que el resto de su corta obra tienen temas que se parecen un tanto a ésta peculiar e inabarcable ópera prima. Anomalisa se enfoca más en la misantropía y la soledad de su protagonista principal, Estoy pensando en dejarlo constituye también un engranaje que ayuda a entender mejor Synecdoche, y eso es debido a los temas que trata y a la complejidad que encierran los recuerdos que experimentan sus personajes.


La distorsión de la memoria juega un papel importante en la historia, que desarrolla las inseguridades de una mujer sobre su relación con su actual pareja y sobre si debería romper con ésta, inseguridades que la asaltan justo el día en que va a conocer a los padres de su novio. La película ahonda en esas inseguridades y a medida que avanza se volverá una experiencia cercana al terror y tal vez no apta para todos los paladares. Y es que estos problemas que se tratan en la película sirven como hilo conductor y como respuestas a las preguntas que se formula constantemente Lucy, cuestionándose la naturaleza efímera del ser humano mientras se conciencia del arrollador paso del tiempo. Con esta película, Kaufman quiere mostrar su visión de lo que es realmente la vida, el tiempo, la soledad y las relaciones infructuosas. 


La película comienza con una voz en off diciendo una frase que será recurrente a lo largo de la película y que es el título de la misma: “Estoy pensando en dejarlo”, esa reiteración introduce los pensamientos de la protagonista volviéndolos más poéticos, aunque a veces se vean interrumpidos por su pareja. Esta voz en off, junto a la pantalla cuadrada nos presenta la ilusión de estar viendo un recuerdo, nos sirve de punto de partida y nos dice lo íntima que va a ser la experiencia. Es a partir del inicio del viaje en coche donde Kaufman nos introduce en la vida misma, simbolizando esta como una carretera oscura y perturbadora. Los dos protagonistas se deslizan y miran con extrañez todo lo que los envuelve, como la vitalidad de un columpio nuevo junto a una casa carcomida por el polvo.


Las ruedas avanzan y el tiempo también, por eso Kaufman compacta toda su percepción de la realidad, en el mejor lugar del mundo para reflexionar. Lucy mira a la cámara y se aleja de una verdad de la que no es consciente, entonces recita su texto, un texto que subraya el “regreso a casa”. Un regreso que compara con un aterrizaje lunar, donde la gravedad de la tierra pesa el doble, un aterrizaje donde solo encuentras una soledad transformada en forma física, ya sea en una pareja o un perro. Todo devastado por el tiempo, todo carcomido de polvo, todo distinto, “volver a casa es simplemente terrible”, porque todo ha cambiado, nada vuelve a ser igual, el tiempo lo barre todo, y el anhelo de volver es pernicioso, ya que el encuentro con el que se choca es una embestida de monotonía, donde únicamente tus ojos verán pasar los días como páginas de un libro, sin hacer nada, o mejor dicho, haciendo lo mismo.

La rotura de la cuarta pared vuelve a aparecer, Lucy mira arriba de la ventana del coche, con la inseguridad de si es realmente bueno decir la verdad, con el miedo de que nosotros no volvamos a verlo todo igual, al final, se preocupa y se compadece de nosotros.  Jake acaba por comprender todo este ensayo en su vieja memoria.



La relación amorosa de los personajes pasa a ser una ayuda mutua contra la soledad de la vida, pero el lado depresivo de Kaufman nos enseña que la búsqueda de un amor recíproco no es compañía, sino egoísmo. Este tema también se trataba en Anomalisa, pero de una forma más triste debido a la naturaleza misantrópica y depresiva del protagonista debida a la maniquea rutina que se había apoderado de su vida.Aquí se está buscando un motivo, una oportunidad clara para abandonar el barco emocional y abandonar responsabilidades y miedos, pero en vez de eso solo consiguen que el sentimiento de inseguridad se acreciente y aumente una tensión palpable en sus conversaciones. Tienen cosas de qué hablar, pero todo se siente frío, como el paisaje que están viendo y que parece que marca un deterioro de la relación que ellos no llegan a querer aceptar. Incluso parece que no sean ellos mismos por miedo a algo, el futuro.

Tampoco hay que olvidar que uno de los ejes centrales de la película es ese miedo a lo que vendrá y a las responsabilidades que acarrean, que se trata de forma tétrica a través de la reunión familiar, dándonos un sentimiento de incomodidad. Tras esto, la atmósfera que ha adoptado la película se quiebra y nos representa el futuro y el pasado, mostrándonos los orígenes de las personas que han habitado en esa casa, remarcándonos su vida, su juventud y su decrepitud inevitable. 


Hay que destacar que todos los recuerdos están apelmazados por constantes referencias a obras culturales ya sean películas, libros o musicales, que si a veces son en vano ya que dificultan el seguimiento de la película si no se ha visto la obra que se referencia. Esta forma esconde una crítica a nuestra forma de ser, pues según Kaufman, el adueñarnos de esa cultura como parte de nuestras vidas nos quita la capacidad de relacionarnos; así, hace que veamos el mundo de forma irreal y simple, mostrándonos la felicidad como una quimera, pues solo sirve para hacernos ilusiones. Y si algo sale mal, le echaremos la culpa a la ficción por no decirnos lo que de verdad pasa. Esto se ve ejemplificado en el guiño a Robert Zemeckis, que nos vende un final pasteloso y muy exagerado para una película amorosa, pero después del vivir felices y comer perdices ¿Qué hay? Nunca sabremos el verdadero final de esa historia, como tampoco sabremos el final de nuestra propia vida. Pero en esta obra sí que nos dice lo que hay después del inicio del amor, aunque la respuesta es toda una afrenta a esa búsqueda positiva de la vida, trágica y sin ninguna solución. Y es darse cuenta de todos nuestros errores y de darnos cuenta de nuestra naturaleza efímera,  todas esas inquietudes se ven representadas en las escenas que nos muestran al encargado de mantenimiento de un colegio, que está recordando la historia de la pareja desde la perspectiva de una experiencia cargada de melancolía y arrepentimiento por no darse cuenta de señales del pasado que indicaban la caducidad de la relación. 



Y es que solo el tiempo hace que nos demos cuenta de que veamos los errores obvios del pasado, la relación de los protagonistas colisionaba desde un principio, nunca a un nivel de desagrado, pero su percepción y pensamiento acaba por solaparse el uno con el otro. Terminan por no saber distinguir ninguna de sus acciones, preguntándose si realmente ellos actuarían de una manera o si verdaderamente la otra persona de la relación ha cambiado ideológica y moralmente su aspecto de vida. Todo esto evidenciando el flujo del tiempo que finalmente hará que Lucy piense por Jake y viceversa. El reflejo de esto se encuentra en el cuidador del colegio ya en su vejez y rememorando su relación, por lo tanto, el pensamiento de Lucy, es únicamente el recuerdo de él pensando por ella, porque al final acaba por ser una unidad en vez de dos individuos, un único pensamiento que va oscilando entre dos cabezas. Solo al final es cuando el anciano se percata de la fusión que tuvieron, de todos los pensamientos de su pareja, después de una larga reflexión de soledad y tiempo, cuando ya nada se puede arreglar.


En definitiva, la nueva historia de Charlie Kaufman no deja indiferente y nos recuerda que somos seres con fecha de caducidad con un vigor que no durará para siempre, y a pesar de todo seguimos avanzando para darnos cuenta del significado pésimo de la vida. Pero se introduce un cambio, a diferencia de sus dos películas anteriores, Kaufman en esta introduce un mínimo halo de esperanza para sus protagonistas que desprende cierto vitalismo, y es que a pesar de que la vida no tenga sentido y consista en recordar una y otra vez nuestros errores, la cultura popular y el arte puede ayudar a sobrellevar nuestra existencia, ya que forma parte de nuestras vidas irremediablemente y nos conforma como sociedad. Aunque esa vitalidad sea lo que Kaufman intenta criticar, pues cuando nos damos cuenta que lo que no hemos vivido es mejor que lo vivido, comienza una frustración que durará hasta nuestra muerte.


















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