No sé muy bien como empezar, si hablar de las películas vistas, de las sensaciones que me han dejado, de las que me han gustado... Nunca sé si importa realmente hablar de un día de cine completo, un día de cine que se asemeja al recorrido entre fiesta y fiesta de Mastroianni en "La Dolce Vita". Creo que lo correcto es hablar de todo, pero me parece inabarcable y seguramente no saldrá bien. Voy a intentar decir algo de las que me parecen las mejores de un recorrido entre la felicidad y la frustración, haciendo una requiem de esas que me generan frustración – o directamente no me gustan – a través de las que realmente sí he disfrutado y sacado algo valioso.
Como es habitual en un festival, las horas en las que ves películas se multiplican por dos, o por tres a las que te tiras durmiendo. Eso hace que llenes tu cuerpo de cafeína – un café muy mejorable este año por parte del SSIFF – y que aun así, ciertas películas te sometan fuertemente a la ensoñación. Este toma y daca algunas veces es reflejo de la propia película, otras simplemente es que tu cuerpo no puede más y te dice “para ver esto mejor dormir” cosa que debo decir, debería haber hecho caso alguna que otra vez.
De nuevo he pecado de novato, – es mi segundo año completo –. He intentado cubrir toda la Sección Oficial y me he quedado a falta de 3. He intentado ver muchas Perlas que luego han resultado insignificantes o innecesarias. He visto algunas películas del ciclo de Hiroshi Teshigahara, que por muy impresionantes que hayan sido, me han dejado sin ver otras secciones. Algo que se nota mucho cuando solamente he visto 3 pelis entre Horizontes Latinos y New Directors. Por último está Zabaltegi, otra sección en la que me quedo a medias, pero viendo posiblemente lo mejor de todo el festival. Mi reflexión es la siguiente, en próximas ediciones iré a por Zabaltegi, varias de Perlak y no me esmeré mucho en encajar toda la Sección Oficial, que muchas veces es lo más flojo y lo que más tiempo lleva.
Pero bueno, vamos a las películas y así me dejo de divagar. Horizontes Latinos y New Directors son las secciones que más he maltratado este año, muy a mi pesar. A pesar de eso, me ha dado algunas de las películas más interesantes de estos 8 días.
Los Colonos, de Felipe Galvez Haberle une las dos características, es una ópera prima y además participa en la sección Horizontes Latinos. Una descarnada película que sigue un variopinto grupo de forajidos, mandados por el poderoso y sanguinario terrateniente José Menéndez, a marcar el perímetro de su propiedad y, por consiguiente, a exterminar los indios Ona (Selk'nam) de la Tierra de Fuego Chilena. Es un western enrarecido, guiado por el espíritu de John Ford, pero más cercano a lo contemplativo y lo bello, algo que cuando su violencia explota se parece más a “Meridiano de Sangre” de Cormac McCarthy, donde la propia muerte forma parte de la definición de "progreso" y confronta la moral del espectador. Puede que ese afán por la belleza lo traicione y choque contra lo que se cuenta pervirtiendo un poco el exterminio real. Algo así ocurre en la sutil El Eco, de Tatiana Huezo. Virtuosa en la cámara y en saber qué y cómo rodar, pero chocando frontalmente con la durísima vida que muestra, por momentos llegando a un retrato donde el rayo de luz o el paisaje pasan por encima de la miseria. Lo bueno es que tiene momentos de verdad que la hacen muy especial, sobre todo con unas relaciones intergeneracionales que sacan petróleo del pequeño paraje y lugar en el que viven.
Finalmente La Estrella Azul, del debutante Javier Mancipe. Puede que estemos frente a la mejor película española del año, nuestro particular “Searching For Sugar Man”. Una biografía sobre Mauricio, un joven rockero de los 90 que viajó a través de América Latina para reconciliarse consigo mismo y que allí encontró a un viejo talento para la música, con quien su sueño de llevarlo a la cima pereció poco después de volver a España. La película de Macipe se sustenta en el choque entre la realidad y la ficción, en construir una narrativa cambiante junto a la música y el entorno en el que se vive. No deja de sorprender con su humor y lo complementa genial con la situación personal y familiar de Mauricio. Arriesgadísimo lo que intenta, y que sale genial cuando en su tercer acto todo cambia y se retuerce para llegar a nuestros días. Una de esas bellezas tragicómicas que encajan cuando se nota cariño detrás.
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