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Día 3 70SSIFF: Rostros peligrosos y cuerpos enamorados


Crónica escrita por Jon Sánchez Molina.



Día 3 en el festival de San Sebastián. Día grande, pues voy a la premiere de Sparta, del maestro Ulrich Seidl. Pero antes ha habido odisea para llegar a la sala... La película era a las 8:30. Y cuando salgo de casa, descubro que no pasan autobuses hasta las 10:30. Rápidamente llamo a un taxi y después de mucho tiempo nadie coge y la empresa que me coge solo piden absurdeces que me hacen perder el tiempo sin solucionar nada. Faltan 20 minutos para la sesión y estoy a 1 hora andando del teatro, hago dedo y nadie me coge hasta que a 10 minutos antes de la película, cuando me daba por vencido, una amabilísima pareja surge de la nada y me pregunta si voy al Kursaal, que ellos también. Abro la puerta del coche y... No hay asientos, solo una cama grande. Pues ahí nos ves a mi amigo y a mi sentados en una cama dentro de un coche camino a la sesión, que por cierto, he conseguido llegar y ver.


Tras esta aventura, llegó el momento. Llegó la que creo que será la película del festival. Ulrich Seidl, archiconocido por su acercamiento al alma humana y su dureza cinematográfica, la trilogía Paraíso o documentales como 'Safari' y 'En el sótano' son suficientes para saber cómo funciona su mirada. SPARTA (en mayúsculas, porque lo merece) es un acercamiento sin miramientos a un pedófilo desde el nacimiento de su enfermedad. La puesta en escena es calculada, austera, de planos fijos y cortes abruptos. No condena, observa y con ello desarrolla una mente podrida, inhumana. Plantea todo desde la atrocidad de unos actos que retan y contemplan al espectador como verdadero punto clave de la narración. Nunca se convierte en pederastia, crece y crece el miedo mientras juega como un niño y calcula como un adulto. Las rupturas del estilo cinematográfico de Seidl ocurren como muestra de un deterioro casi inevitable, como el camino que su mente le obliga a hacer. Muy importante la figura paternal, muerto en vida añorando un pasado nazi que sirve como esa nostalgia y problema de raíz del protagonista. Una obra maestra.



Disparidad enorme. Algunos han odiado profundamente la película, otros la aman. Entre tanto me acerco a una cafetería, pues se viene otro plato duro y hay que coger fuerzas.


Turno de una nueva película del injustamente desconocido Petr Václav, autor de la interesantísima 'Nunca estamos solos'. Il Boemo reluce en su retrato histórico de las óperas italianas. Obra de ascenso y caída de un importante compositor extranjero en la Venecia del siglo XVIII. Parece de otra época y lugar, extraña de encontrar en un panorama tan convulso como el cine contemporáneo. Se narra a través de la música, de las vibraciones operísticas y la ostentación de la riqueza en contraposición a la pobreza. Retrata el libertinaje, el amor impío y el sexo como escape y única forma de existir. Fluye casi como un texto de Byron, con un romanticismo exquisito y una gran suciedad estética en sus partes decadentes. Hasta se atreve con el humor y funciona genial. Una gran sorpresa, que aunque no innove en su desarrollo si que lo hace en su narración. 



Salgo vivo de las dos proyecciones suicidas de esta mañana, pero además con una gran felicidad. Hay tiempo hasta la próxima película, así que intento descansar la cabeza un poco.

Unrest, película y director desconocidos para mí pero que tenía muchas ganas de descubrir. Lástima que su propuesta no me haya convencido. Una reflexión muy dialogada sobre el cambio tecnológico en el siglo XIX, su impacto en el anarquismo y la creación de relojes de la época. Película cuidada en lo visual y curiosa en su puesta en escena que empalaga y cansa en exceso. Verborreica y singular propuesta, para un público muy específico en el que por desgracia no encajo. Me quedo con su fascinación por lo visual y la idea, no con lo demás.


Cena ligera y corriendo para la entrega del premio Donostia a la actriz Juliette Binoche, entrega corta, concisa y emocionante por parte de Juliette. No nos engañemos, yo estaba ahí para poder compartir algo de aire con Claire Denis, una de las más grandes directoras de la actualidad y permitidme decir, de la historia. Aunque no solo era la entrega de un premio, también la proyección de una de las películas que ha hecho este año.


Fuego, de Claire Denis, maestra absoluta con varias de las grandes obras maestras de los últimos 20-25 años: 'Beau Travail', 'Trouble Every Day', 'Les Salauds' o '35 Shots of rum' entre otras tantas. Aquí vuelve, o más bien sigue desarrollando el cine de los cuerpos, de silencios, de elipsis, de tiempos muertos y magnetismos. Sabemos lo justo de los protagonistas: pasado tormentoso, triángulo amoroso y mucho dolor en todas sus partes. Es inevitable que el deseo no gane, que no repercuta en el mundo de Claire Denis. Puede que no innove mucho en su propuesta, pero solamente por su acercamiento, su forma de rodar la carne y el deseo y la magistral puesta en escena todo funciona. El componente pandémico, cómo esa separación que hace que un solo gesto o mirada revuelva el estómago es fascinante. Película con una historia nacida de las entrañas, con personajes grises y un mundo oscuro y deteriorado, con un innegable poso de denuncia social. Como punto flojo, creo que la trama con el hijo de Lindon no funciona del todo. 


Con esto y una ovación a Binoche y a Denis acaba el día, a esperar al taxi y a dormir 5h. Let's Go!

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