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Dead Man: La poesía de Jarmusch







-"¿Eres William Blake?                                                                                                           -Sí, lo soy. ¿Conoces mi poesía?"

Jim Jarmusch es uno de los grandes directores modernos del cine americano. Una de sus grandes virtudes contando historias es ese gran punto de vista a la hora de narrar vidas de perdedores, de gente que no encaja en la sociedad y tienen que apañárselas para sobrevivir. Ese hilo conductor de sus pelis también puede ser un anticipo de su estilo en la dirección, la puesta en escena o en el modo lírico y cómico con el que lleva sus historias. En el caso que nos ocupa, Dead Man(1995) es un puro ejercicio de estilo autoral que nos traslada al salvaje oeste de una manera atípica y nos cuenta la historia de William Blake, un contable en busca de un nuevo puesto de trabajo.

No obstante, la película también es un encuentro entre las cosas buenas y las cosas malas que tiene un mundo como el oeste, donde el progreso del ferrocarril y una amistad multicultural convivirán con una sociedad llena de depravación y muerte. Ya en el comienzo de la película, vemos cómo la podredumbre moral y la violencia se hallan a cada paso que da nuestro protagonista, que al intentar abrirse camino con actitudes benevolentes y pacientes, se encontrará en su lugar con la brutalidad y los malos modales de los habitantes que viven ahí. Vemos en esa introducción a un típico personaje Jarmusch y un inicio de aventura típico del viaje del héroe, donde William tendrá que descubrir cómo subsistir en una sociedad tan retrógrada.

El desencadenante de ese viaje será la huida de William tras haber recibido un disparo y huir del asesinato de una esposa y su amante, que le dejará una bala cerca del corazón, con los días contados y con 3 cazarecompensas a sus espaldas. Acto seguido, pasamos a una escena donde vemos que ha desfallecido a causa de su herida, pero un indio apodado Nadie le ayudará y tras comentarle su situación terminal, juntos emprenderán un viaje para huir del peligro. 

Es aquí donde comienza el tratamiento lírico en el que nos sumerge la película y la música tan espiritual de Neil Young. Ahora la motivación del héroe no es sobrevivir en un mundo hostil, sino que cambia a un viaje de autodescubrimiento guiado por “Nadie”, un pilar fundamental para la evolución de nuestro protagonista, ya que él es el que ve que está destinado a grandes cosas y le admira debido a que William Blake es también el nombre de un conocido poeta británico. “Nadie” le proporcionará frases llenas de sabiduría que le dicen a nuestro héroe que siempre puede hacer más, que es una persona tan grande como cualquier otra y que siempre puede superar sus limitaciones. 

Las reflexiones de Nadie nos llegan también a nosotros. Perdemos mucho tiempo en pretender o intentar convertirnos en una versión errónea de nosotros mismos. Y a nuestro protagonista le pasa igual, William tiene que darse cuenta de eso él mismo y dejar de perder el tiempo. Es un águila que intenta ser cuervo. Alguien cuyo estatus de “pardillo” le condiciona y le hace temer al cambio, por lo que “Nadie” le abandona a su suerte un tiempo hasta que él descubre su verdadera vocación con su particular “poesía”. Es aquí cuando William se da cuenta de quién puede ser, todos tenemos una poesía que ofrecer al mundo, la de “Nadie” era hacer de guía espiritual hacia la paz y la de nuestro héroe consiste en descubrir quién era realmente y sus capacidades para aportar algo de progreso a un mundo cruel y hostil. La película trata de decirnos que seas quien seas, ya seas William Blake poeta, William Blake contable o estés próximo a tu muerte, siempre estarás a tiempo de hacer cosas y trascender, Algunos nacen a la miseria, otros al deleite y otros a la noche eterna, pero siempre puedes elegir hacer el bien, porque los pequeños actos también te hacen grande y cuentan para cambiar una sociedad podrida.

Pero para concluir este viaje, hay que volver al principio, a la cita del poeta francés Henri Michaux, que inicia la película, “Es preferible no viajar con un hombre muerto”. Con la muerte de “Nadie” a manos del último cazarrecompensas, se entiende más el significado que Jarmusch le quiere dar a esa frase: Acompañar a los hombres muertos a descubrirse a sí mismos es una tarea loable, pero el pasado del que ayudas o todo lo que arrastraron o han arrastrado sus actos puede perjudicarte indirectamente y acabar contigo. Por lo que puede que seas olvidado y te prives de la recompensa eterna que das, la de formar parte de ese pequeño gremio de don nadies que pueden alcanzar la eternidad allá donde cielo y mar se unen, para lograr una existencia trascendente y convertirse en leyenda.

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