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Memories Of Murder y Zodiac: El trabajo del enfoque

Por Juan Casas Marí  


A la hora de ver una película, el enfoque que adopta es primordial al momento de valorarla. Un enfoque diferente a algo ya conocido puede cambiar por completo el desarrollo o las sensaciones que transmite una historia. Ejemplos tenemos en muchos sitios, como puede ser El infierno del odio (1963), donde una sinopsis que puede ser perfectamente la de una peli de tarde se acaba convirtiendo en un poderoso mensaje social, o Mulholland Drive (2001), en la que dos mujeres comenzarán a desentrañar un misterio inabarcable. Sin un enfoque adecuado, una buena historia podría perder todo su potencial narrativo. Pero podríamos tirarnos el día entero hablando de la importancia de este tema, en este artículo quiero profundizar en dos obras que son muy parecidas entre sí, pero que el enfoque que adoptan las vuelve obras totalmente distintas. Hablo de Memories of Murder (2003) y Zodiac (2007).

Ambas películas tienen elementos que los unen: Partiendo de hechos reales y un contexto social en el que el sistema anda algo podrido, un grupo de gente intenta desenmascarar a un asesino en serie, la búsqueda de ese asesino llevará a los protagonistas a un infierno personal que les pondrá al límite para desentrañar el misterio y la identidad del mal. Pero ambas son totalmente distintas en sus puntos de vista, y esto se puede ver si se analizan cada una por su parte.

Empezaremos por Memories of Murder, una película surcoreana dirigida por Bong Joon-Ho, en la que un grupo de policías tendrá que pararle los pies a un asesino en serie. En esa búsqueda, tendrán que enfrentarse a la falta de pistas y a su propia inutilidad en un país que está pasando por una etapa difícil, el detalle del país en el que están parece nimio, pero ese contexto histórico fastidiará más de una vez a los policías. Ese enfoque resulta demoledor por la parte social, pero el que adopta en todo lo relacionado con la investigación policial no desmerece en absoluto y desemboca en un bucle deprimente debido a la monotonía y la imposibilidad de sacar algo en claro. Esos sentimientos se transmiten al espectador a través de la repetición de la estructura de los crímenes que descubren los policías, que es clave y que el director se encarga de anunciar en forma de un plano secuencia que ocurre por el principio de la película y que es premonitorio de lo que vivirán los protagonistas. El plano comienza con el encuentro de un cadáver y el detective Park (Song Kang Ho) llegando a la escena del crimen, cabreandose por cualquier cosa y por la inutilidad de algunos miembros de la policía. Luego pasa algo que impide el seguimiento total de las pruebas por lo que, otra vez, hay cabreo y quejas de la inutilidad del cuerpo, y vuelta a empezar. Con cada sospechoso y cuerpo que encuentran, se repetirá lo que pasa en esta escena.

 

Todo este viaje también está acompañado por la lluvia, la decadencia y el tiempo perdido, todo eso unido a un uso muy inteligente de la comedia negra. Parece que usarla no tendría cabida en una peli sin esperanza, pero funciona. Esto se debe a que el director no crea héroes, sino gente impulsiva que resuelve todo a base de puñetazos o extorsiones y que se desesperan más a cada paso que avanza la investigación. Ver a pazguatos sin cabeza dando vueltas sobre sí mismos, sobre sus ideas sin fundamento o sobre sus pistas sobre la investigación del asesinato tiene un toque cómico, pues te contagia su despreocupación. 

Sin embargo, la comedia se irá diluyendo conforme avanza la película y los protagonistas son víctimas de su propia ira y deseos de venganza. Esa progresión se muestra en el arco de los personajes, ya sea el policía que pierde una pierna por su impulsividad iracunda o en el personaje de Song Kang-Ho y su mirada bravucona delatora que resulta ser una farsa. Pero también se corrompen los más puros, este es el caso del policía que viene de Seúl, que al principio del viaje es el que desacredita los métodos de tortura que ejercen sus compañeros de profesión, pero al final optará por el camino de la violencia, mientras que los otros policías ya han abandonado toda esperanza de capturar al asesino.

El milagro del enfoque alcanza su máximo exponente en la escena final, en la que pasado un tiempo, el detective Park vuelve a la primera escena del crimen otra vez y se encuentra con una niña que ha visto al asesino, un logro inalcanzable para los policías pero fácil para los ojos de un niño. Sin embargo, no ha visto nada de especial en su cara. Lo último que sabemos de él, que es un ser humano, como tú o como yo, que hace su vida y que camina entre nosotros con total impunidad. Es aquí cuando se pierde totalmente la esperanza y el sentimiento de impotencia arrebata al protagonista, que lanza una mirada a cámara, con la esperanza de encontrar al asesino. Aunque ya ha demostrado que aunque si lo tuviera delante, tampoco sabría quién es.

Esta última inquietud conecta con Zodiac, thriller dirigido por David Fincher en el que igual que en Memories Of Murder, un asesino pondrá patas arriba a toda la ciudad, pero más importante, sacudirá las vidas de los investigadores de sus crímenes. Visto de esta forma, no se diferencia mucho de Memories of Murder, pero el enfoque que Fincher adapta hace que una historia con muchísima información sea entendida perfectamente y que no sea simple verborrea. 

Junto al increíble manejo de la tensión, un ritmo acelerado y un guión muy pulido, se unen las inquietudes de los personajes, que es lo que eleva la película y que hacen que sea más que una investigación bien hilada. Para disertar esa función hay que analizar a los 3 protagonistas de la cinta: Robert Graysmith (Jake Gyllenhaal), Zodiac y Dave Toschi (Mark Ruffalo), pues a través de ellos vemos todos los temas que trata la película.

A través de Robert Graysmith, se trata la figura de la justicia, éxito y el precio que se paga por llegar a él, pues hay varias maneras de obtenerlo. Zodiac lo consigue a través de matar y hacerse notar, aunque los medios de comunicación tengan un gran papel en sus crímenes, pues en ocasiones le alientan o hacen que se crezca. En cambio, el personaje de Jake Gyllenhaal obtendrá el éxito porque se embarca en una investigación exhaustiva en busca de la verdad y descubrirla le hará famoso, aunque no quiera esa fama. Conforme pasa el tiempo y los medios dejan de hacer eco, la leyenda se desvanece porque el asesino no parece actuar, pero aún así está remanente en las vidas de los personajes. Por lo que se plantea el dilema de por qué intentar dar con el asesino si no representa una amenaza, y es aquí donde la cinta decide adoptar el enfoque correcto, al centrarse más en los personajes que en la investigación para entenderlos mejor. Es así como se ve el potencial de las reflexiones sobre el porqué se debe capturar a Zodiac, no es justo que la repercusión de ser asesino sea lo más fácil de conseguir, solamente matas, aunque sea un poco y luego te olvidan. Alguien tiene que hacer algo para que ese éxito fácil no sea el modelo a seguir. No debe olvidarse, porque si actos de ese calibre quedan impunes, da igual el tiempo que pase, nadie estará seguro. 

No obstante, aparte de ahondar en la psicología de los buenos, Fincher aborda impecablemente qué puede estar en la cabeza del presunto asesino. Su presencia es aterradora e inquietante, sabemos que algunos de sus alicientes para cometer crímenes son sus “dolores de cabeza” y la película de El Malvado Zaroff (1932), pero nunca sabemos que se le pasa por la cabeza porque no sabemos a ciencia cierta si es el hombre al que buscan, porque las pruebas no lo corroboran. Es el caso de Dave Toschi, el policía que tiene la corazonada y quiere detenerle cuanto antes, pero se ve con las manos atadas siempre. El cine vuelve a actuar como elemento influyente en los personajes en la proyección de Harry el sucio (1971), donde Dave y Robert se conocen y se muestra una alternativa “fácil” para resolver los casos policiales. “Menos legal”, sí, pero se muestra como una elección que a Dave le gustaría llevar a cabo para acabar con todo esto.

La investigación personal de Robert sigue su curso hasta que descubre la identidad del presunto asesino en un intercambio de miradas, todo parece relativamente cerrado. Pero se deja abierta una incógnita, las pruebas siguen sin demostrar su culpabilidad, por lo que, si nunca se sabe quién es realmente el asesino ¿Vale la pena todo el esfuerzo?

 

 

 

Como conclusión, Memories of Murder se enfoca más en la culpa y el remordimiento de sus protagonistas en una investigación sin futuro, mientras que Zodiac, abarca de manera brillante la figura del éxito y la justicia en una investigación criminal pero también retrata una naturaleza humana más depravada. Ambas son obras que se complementan a la perfección y que sin un tratamiento adecuado habrían sido una peli de asesinatos más. Pero hay que remarcar una cosa en la que ambas están de acuerdo: El mal puede tener rostro humano y cotidiano, pero también está en las altas esferas en las que solemos confiar, como la policía, los medios o la burocracia.

 





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