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M, El vampiro de Dusseldorf: Las bases del cine negro

Por Jon Sáncez Molina

En 1931 Fritz Lang ya era conocido por sus múltiples obras maestras en el cine silente (Metrópolis, El doctor Mabuse o su duologia de Los Nibelungos sin ir más lejos), era un director asentado y fiable, pero aun así reventó los esquemas con su primera película sonora, nada más y nada menos que M, El vampiro de Dusseldorf



Esta pelicula sentaría cátedra en lo que años despues se convirtió en el famoso género del Cine Negro o Noir, pero una de las grandes cualidades de esta película no es solo lo que créa sino su denuncia social y su innovador uso de la música y el sonido entre tantas otras cosas. Lang se centró en la historia de un asesino psicópata real, uno que sembró el pánico en Dusseldorf por sus brutales asesinatos y porque se bebía la sangre de sus víctimas (De ahí el subtítulo de vampiro). Aquí Lang se haría con un actor como Peter Lorre, un hombre con una cara extraña y carismática que infundía el terror necesario para su personaje, un asesino de niños que rondaba la ciudad atemorizando a los vecinos.


El uso de la música es sublime e innovador. Lang se limita a utilizar únicamente una canción en toda la película, pero la enlaza con el terrorífico asesino para que así sea una vertiente narrativa más durante todo el metraje. Cada vez que suena la música M está cerca y es impresionante pensar que esto llegue a aterrorizar tanto, pero lo juntas con las formas que tiene Lang de presentar al personaje y te queda posiblemente uno de los mejores (sino el mejor) psicópata que se ha visto en la gran pantalla.



El uso del sonido es vital en la cinta, tanto la música como el silencio, clave para momentos en los que la imagen debe decir todo lo necesario. Lang no deja de lado su expresionismo y lo mete en momentos clave creando una imagen perfecta que para nada termina alterando el tono realista de toda la cinta, porque sí, todo lo que se cuenta aquí se hace con un tono frío y real para que su impacto perdure lo necesario.


No deja de ser interesantísimo el impacto social que tiene la llegada de un asesino a la ciudad, sobre todo un asesino de niñas que infunde terror allí donde actúa pero que nadie sabe quién es. Esas calles cada vez más vacías muestran el horror que se vive y que paralelamente se podría vivir en la Alemania de esos años, haciendo así una muestra del terror que vivían los alemanes bajo el régimen Nazi. También indirectamente se muestra cómo nacen grupos que buscan al asesino, para cazarlo y que toda la ciudad se tranquilice. Lang nos muestra como el odio genera más odio, llegando así a extremos muy violentos por parte de la gente.


Los detalles son lo que más definen tanto a la muchedumbre como al asesino, Lang crea una escena clave en la que con poco define por completo a M. Una escena en la que el asesino se encuentra sentado en una cafetería intentando aguantar las ganas de atacar a una joven niña que pasa cerca. Lang consigue que empaticemos en cierta forma con él aunque sea un poco para ver que su psicopatía gana a su razonamiento común, y de este modo, no puede evitar pensar en matarla. La película da muchas pinceladas a las acciones del asesino, dando a entender su obvia culpa de lo ocurrido, pero también, alejándose un poco del calificativo de “monstruo”.



Lo que Lang hace es que tras ese violento asesino también se muestre la persona, ahí entra el juicio moral, esa gente de a pie y la policía que lo buscan para acabar con él sin remordimientos son los mismos que quieren justicia. Esas personas que durante todo el metraje intentan descubrir al asesino y que cuando lo hacen lo marcan con esa famosa M de tiza en la espalda, para después perseguirlo como animales por toda la ciudad hasta encontrarlo.


Cuando lo encuentran sucede una de las partes más magistrales del film, ese juicio popular al que someten al asesino. Lang es aquí cuando arremete contra nuestra conciencia y nos muestra una vez más cuál debería de ser la forma en la que se aborda todo. ¿Es moral y éticamente justo lo que ocurre? ¿Debería dejarse a un lado el asesino para juzgar al hombre? Aquí reside el culmen de su crítica social, si nos movemos por impulsos o por justicia. ¿Es justo ser injusto con el injusto? ¿Es justo que la sociedad como institución no respete unos ciertos derechos humanos? 


M, el vampiro de Dusseldorf fue un antes y un despues, no solo siendo la primera cinta Psycho-killer, sino, como he comentado antes, por crear el Cine Negro o Noir. Una película suburbial, oscurísima, creada en la penumbra y la niebla, rodeada de policías y de una investigación en busca de la persona que infunde terror, delincuentes, sombras, intriga y suspense. Una de las obras maestras más importantes de la historia del cine.





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