Por Claudia Gomis Pomares
Tras la II Guerra Mundial Europa quedó partida en dos mitades, así, durante los años 60 y 70 empiezan a surgir los llamados nuevos cines impulsados por un espíritu de innovación y ruptura con el pasado. Se trata del denominado cine moderno, entre los que se encuentran varias corrientes de las cuales se pueden destacar; la Nouvelle Vague, las nuevas cinematografías del cine hispanoamericano, la nueva oleada de jóvenes cineastas nipones y de los nuevos directores hindúes, las cinematografías de las repúblicas asiáticas y transcaucásicas o la Nova Vlnà checoslovaca, en la cual se encuentra la película analizada: Las Margaritas (1966) de Vera Chytilová.
El cine moderno representó una ruptura total con lo establecido hasta entonces. Estos precedentes ya se encuentran en figuras como Ingmar Bergman o Robert Bresson, los cuales a partir de su complejidad artística y su visión única del lenguaje cinematográfico abrieron nuevas posibilidades al séptimo arte alejándose de las narraciones hollywoodienses clásicas.
El nuevo cine da la oportunidad de crear una puesta en escena mucho más potente, «se desvincula la imagen de la acción, desarticula los cuerpos, y se opone a las tradiciones previamente instauradas en la gramática del cine clásico». Ahora el cine implica la participación intelectual del espectador para construir y dar forma a la trama, de forma que se convierte en una historia intersubjetiva.
En este contexto se encuentra la denominada Nova Vlná. Situada en la vertiente este del nuevo panorama mundial, su desarrollo cinematográfico se verá influido por la nacionalización, la censura y las oposiciones del partido comunista. Este clima propició la aparición de un nuevo grupo de cineastas con espíritu de renovación, entre estos destacan: Milos Forman, Jiri Menzel o Vera Chytilová.
Esta nueva ola enmarcará diversos estilos como el género fantástico, el surrealismo o el dadaísmo. Pero todos ellos encontrarán elementos comunes, «el tratamiento de temas contemporáneos, la ironía -que a menudo roza lo absurdo-, las técnicas de montaje vanguardista y la atención al detalle psicológico».
Entre estas nuevas formas de entender el cine se encuentra la cinta de Vera Chytilová, Las margaritas (1966). A partir de la historia de dos jóvenes las cuales seducen a hombres mayores para que las inviten a comer, pondrá de manifiesto esa reivindicación y afán por un cine más libre, sin censura. Las formas adoptadas por la cinta irán encaminadas a adoptar la esencia del dadaísmo con toques surrealistas.
Pero, ¿qué es el dadaísmo? Se trata de una corriente artística surgida en la primera mitad del siglo XX -inscrita en las vanguardias históricas- que se basa en la crítica del arte tradicional. Sentó las bases para plantearse lo que hoy sigue siendo un verdadero paradigma, ¿qué es el arte? Las nuevas formas de ver y crear el arte influye no solo en el arte plástico sino también en la literatura y en el cine. Ejemplo de ello es la película analizada.
Ya prestando atención a la cinta, se puede comprobar cómo el guión es totalmente improvisado, no se afianza a una escritura, deja libertad a la experimentación. Su montaje es totalmente transgresor, deja de lado esa armonía y ritmo sosegado para dar paso a un montaje vertiginoso, no sólo en los interludios, los cortes en sí ya tiene una velocidad abrumadora que busca una sensación casi catatónica. Los interludios como se acaba de comentar son rápidos, Chytilová encadena las escenas velozmente con efectos prácticos que muestran metáforas, símbolos y escenas vanguardistas. Esto recuerda a esos collage dadaístas que escogen objetos sin sentido y los unifican formando una obra de arte.
Las Margaritas, Vera Chytilová
Cut with the Dada Kitchen, Hannah Hoch
La narración también es anacrónica con la del cine clásico. La cinta de Chytilová muestra una estructura narrativa totalmente discontinua que provoca un efecto de collage marcados por los experimentos en el color, la velocidad, la exposición y el movimiento. Así, el relato se sustenta a partir de fragmentos de Las margaritas creando una estructura por acumulación. Se puede asimilar con la literatura del movimiento dadaísta donde a partir de recortes de palabras de periódicos las unificaban sin ningún orden adscrito formando un poema sin ningún sentido narrativo, la intención era la reivindicación y la experimentación.
Las Margaritas, Vera Chytilová
Como hacer un poema, Tristan Tzara
En cuanto al color, se puede apreciar como la cinta alterna diferentes filtros y texturas -deja de lado el blanco y negro- que de algún modo recuerdan al uso de los colores ocres y el potente technicolor del Mago de Oz (1939) de Victor Flemming. El contraste continuo entre unas escenas y otras junto con esa vivacidad en los colores, impacta de pleno en el espectador. Un ejemplo se puede apreciar en la primera escena donde aparecen las dos jóvenes, a partir de un montaje intelectual, distorsionado e interrumpido, juega con el ritmo del sonido y el color de tal modo que recuerda a esas secuencias de colores dispares que caracteriza el Pop Art, y a la vez, a un espectáculo de marionetas.
Otro tema importante y que se aleja por completo del realismo socialista al que estaba sujeto el cine en el país es el marcado erotismo, que utiliza como recurso para la crítica de ese conservadurismo que caracterizaba al cine anterior. Las protagonistas representan la liberación femenina contraria a la sociedad estática del momento, tienen un rol de independencia total. No necesitan la figura masculina para contar su historia, de hecho son seres mortificados en la cinta. Estos conceptos se pueden apreciar también en el vestuario y su corporalidad, el vestuario se adapta a los nuevos tiempos, criticando lo anterior. Esta apreciación se puede observar en las escenas donde se hacen vestidos de papel -recurso dadaísta que invita a la provocación- o donde se cortan los vestidos. La crítica contra la sociedad conservadurista también se ve en el dadaísmo, los valores imperantes en la generación de las vanguardia como la fe ciega, el nacionalismo radical y el uso del arte como adoctrinamiento despertó una nueva visión que rompió con lo establecido del mismo modo que hizo la Nova Vlná.
Por otro lado, una de las característica de este cine moderno es la ambigüedad de la historia, esta cinta la tiene. Ya desde la secuencia de inicio se puede apreciar este elemento. A partir de fragmentos de película que se conjugan con tomas aéreas de explosiones y bombas al compás de una banda sonora de guerra, crea un clima confuso que seguirá a lo largo de la cinta. La muerte y la realidad no están tan lejos de la película y de su discurso, pero las formas escapan libremente frente a la rectitud de las corrientes de posguerra. Se aleja de formar una película racional, del mismo modo que los dadaístas el arte ya no se justifica en nombre de la razón, se reivindica lo irracional y lo absurdo.
La ironía está presente a lo largo de toda la película, en la primera escena de la película se aprecia, a partir del contraste entre la secuencia de ellas y la secuencia de los muros de la ciudad derrumbándose a causa de la guerra, emite un mensaje irónico que incluso podría asimilarse como humor negro. El dadaísmo también emplea recursos irónicos como método para la burla y la crítica, una burla a la burguesía capitalista.
En definitiva, Las Margaritas (1966) pone de manifiesto esa nueva forma de entender el cine que se abre en un contexto donde nuevas corrientes como en la que se inscribe -Nova Vlná- rompen por completo con lo anterior. El clima de posguerra y dictatorial que caracterizaba a la Europa del siglo XX produjo la necesidad de reinventar el arte ya no solo en lo referente al cine, también en el resto de disciplinas. Así, al igual que el dadaísmo, representaron una auténtica ruptura con la tradición.
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