There Will Be Blood (en español Pozos de Ambición) es una película escrita y dirigida por el director estadounidense Paul Thomas Anderson, y estrenada el año 2007, con Daniel Day-Lewis como protagonista y Paul Dano como antagonista. Situada en Texas a principios del Siglo XX, podemos considerarla, hasta cierto punto, un western. ¿Y por qué esto?, pues porque cuenta con algunos de sus elementos característicos de dicho género, como son el entorno deshabitado y semiárido, la presencia del tren como portador de la industria a la ruralidad, la búsqueda de riquezas en tierras semisalvajes, los predicadores cristianos, la presencia de México como territorio de oportunidades sin explotar, aún salvaje, entre otros.
Pero se trata de un western atípico, sin vaqueros ni
revólveres, ni siquiera hay caballos. Por una parte, en el western clásico se explora el encuentro de «lo salvaje» y «la
civilización» desde un aura de leyenda, después el spaghetti western exagera aún más lo salvaje e
indómito del ser humano para explorar la leyenda de la leyenda. En la película
de Anderson, en cambio, podemos decir que trata la lucha que hay tras la
colonización, ya no por sobrevivir, sino por decidir quién mandará y ordenará
en el nuevo mundo ahora que ha sido completamente conquistado. En la cinta converge
una sociedad rural apenas ordenada, con distintas fuerzas que pretenden
aprovechar esta sociedad apenas organizada para aplicar su propio orden y
explotar las riquezas de su tierra.
Empezando por el principio, Daniel
Plainview, genialmente interpretado por Daniel Day Lewis, es un pionero y un
cazafortunas, uno de los muchos que se lanzaron a las tierras desérticas de
civilización y vegetación en búsqueda de riqueza, a poder ser de metales
preciosos. Esto como es evidente y se ve, resulta un esfuerzo penoso, cansado y
solitario, lleno de penurias, poco agradecido, aunque la mayoría de los
buscadores solo encontraran migajas tras mucho picar, con suerte. Las
posibilidades de encontrar un filón (una veta) son escasas, pero si sucede uno
cuenta con una pequeña fortuna. Daniel encuentra tras cavar un enorme pozo una
roca de plata de apenas unos centímetros, pero esto será suficiente como para,
al parecer, financiar una pequeña empresa de excavacion de pozos petrolíferos,
ya junto a su hijo H.W. Más adelante Daniel presumirá de, hablando a una
congregación de algún pueblo de Texas, que se puede considerar todo un
empresario gracias a sus dos pozos activos, y que es la mejor apuesta que puede
hacer la comunidad allí reunida para sacar beneficio al petróleo de su tierra.
Daniel es pues un empresario a la vez que un buscador de fortunas, alguien que
ha sabido invertir bien su ganancia y sigue en la búsqueda de la riqueza, ahora
a través del petróleo. Podemos decir pues que, aunque sea un empresario, sigue
representando el espíritu del pionero del oeste.
El discurso que en un primer momento
da Daniel para convencer a gente de la primera localidad en la que lo vemos es
puramente pragmático, salvo una escueta mención a su hijo para afirmar que es
una empresa familiar. Habla de porcentajes, de velocidad y eficiencia, de
contratas y subcontratas, en fin, un discurso puramente económico, y con él
fracasa en convencerlos. Por eso se entiende que la próxima vez que intente
convencer a un poblado cambie de estrategia.
Como ya se ha dicho, la sociedad en
la que se encuadra la mayor parte de la película a duras penas se puede
considerar una sociedad civil. El contexto es el de familias más a menos
autosuficientes que, aunque sean vecinos, no parece que haya vínculos de unión
que permitan definirlos como una «comunidad». El contexto podemos suponer que
es el de pioneros llegados de uno en uno o en caravanas de distintos lugares,
que fueron estableciéndose y ocupando la tierra según llegaron, probablemente
en la generación presente. El director no nos muestra ningún pueblo, y la
oficina donde se encuentra el registro de las propiedades puede perfectamente
estar situada al lado de la estación de tren, por lo que nada nos hace pensar
que haya siquiera una ciudad donde se agrupe una proporción considerable de la
población. Por ello, el nuevo discurso que utiliza Daniel y que funciona es el
de la comunidad, prometerles una escuela, hablar de la familia, del futuro,
apelar a los sentimientos más que a la riqueza. Porque es lo que necesitan, más
aún que el dinero.
Mientras, se abre paso otra fuerza
por el control de la comunidad y su enriquecimiento, la iglesia de Eli Sunday,
interpretado por Paul Dano. Vemos aquí como la religión institucionalizada, aún
muy presente en Norteamérica, se aprovecha de las comunidades decididas
dándoles un objetivo común. Eli, el predicador, se le ve varias veces mentir y
ser violento, se le desenmascara como a un manipulador igual que a Danial,
incluso confesando la final de la película para conseguir algo de dinero
después de unas malas inversiones. Carismático y con la poderosa herramienta de
la fe, busca lo mismo que Daniel, ganarse a la gente para conseguir un
beneficio de ellos, y también para ello crea una comunidad donde apenas la
había. Con su iglesia consigue que la gente del territorio se una reunida bajo
su techo, guiados por él.
Podemos ver que la lucha por la
economía se transforma en una lucha por lo social cuando Eli, después de
humillar y someter a Daniel ante su congregación en una venganza por eventos
anteriores, le recuerda los cinco mil dólares que les prometió. Pero hay una
tercera potencia en disputa, la gran empresa, la Union Oil. Una corporación que
controla los trenes, y por lo tanto los transportes y los costos, que se
aprovecha del mediano empresario y del emprendedor para enriquecerse sin tanto
sacrificio. No es que dicha entidad sea mejor que los anteriormente citados
(Daniel y Eli), como estos, apela a lo personal para aprovecharse de los demás,
en este caso recordando a Daniel a su hijo al que tiene abandonado. Todos
compiten por apoderarse de las riquezas del oeste. Para las empresas, incluso
para la iglesia de Eli, la comunidad, lo público, solo representa una
oportunidad de enriquecimiento. Crean iglesias, escuelas y hacen una función
mínimamente social como forma de blanqueamiento de sus acciones y ocultamiento
de sus intereses.
Esto es lo que da nombre a este
texto, lo que llamamos la segunda conquista del oeste. Aunque esta no es nueva,
en el western italoamericano, el
famoso spaghetti western, la cuestión
social toma una relevancia capital, influenciado enormemente por las corrientes
izquierdistas de muchos de sus directores, escondiendo tras el polvo, los bajos
presupuestos y la sobreexplotación del género, una constante reflexión ya no
solo sobre la violencia y la civilización, ya que se añadió de fondo una visión
de las clases sociales, pero con una moral mucho más ambigua, además de un tono
violento, nihilista y crepuscular. En el último western de Sergio Leone, ¡Agáchate,
maldito! (1971), el director profundiza en la revolución y lo que significa
para quienes la viven, dejando al final un gusto amargo. Para él, los que
pierden siempre son los mismos. Reflexión que ya aparece entre zooms y primeros
planos en sus películas anteriores, que al final se hace evidente e inevitable,
el pueblo y la sociedad se desangran, oprimidos por unos y manipulados por
otros. En líneas parecidas irán otros directores del género, como Sergio
Corbucci, retratando por ejemplo en El
Gran Silencio (1968), como los que se revolucionan porque no tienen ni para
comer acaban siendo utilizados, masacrados y demonizados.
Igual pasa en «There Will Be Blood»,
los que pierden siempre son los mismos, la gente que es utilizada e
instrumentalizada, incluso Daniel, aprovechándose y midiendo, utilizando a un
niño como su hijo solo para tener mejor venta, acaba solo, alejado y amargado.
Anderson trata a su protagonista como el villano de uno de los westerns clásicos, pero en vez de
utilizar la violencia física, por lo general, utiliza técnicas más sibilinas.
Porque el tiempo avanza y las leyendas con guardapolvos y revólveres quedan
atrás, pero la violencia y las luchas siguen a pesar de que cambien de forma,
igual que lo ha hecho el western y
sus temas.
Comentarios
Publicar un comentario